Ing. Agr. Fernando Mestre Sanchís PhD. ASPIRA-CO2 fmestre1@gmail.com
Todavía es posible estabilizar el clima …
A pesar de la abrumadora cantidad de evidencias científicas acumuladas en las últimas décadas que advierten de la gravedad del aumento de gases de efecto invernadero y de las previsibles consecuencias derivadas del cambio climático, sólo en los últimos años se ha conseguido vencer las inercias de algunos investigadores y grupos de presión que negaban no solo las evidencias sino también que estos cambios fueran causados por la acción humana. Así, se ha dilatado demasiado la toma de decisiones y actualmente la ventana de oportunidad para evitar que el cambio climático sea catastrófico se está cerrando, por lo que en pocos años se deben implementar medidas no solo para incrementar la resiliencia a distintos niveles, sino que además se debe eliminar el CO2 que ya está en la atmósfera.
Según el IPCC 2014, del presupuesto total de 2900 Gt de CO2 que equivalen a un incremento de 2ºC respecto a la época preindustrial, ya se han acumulado en en la atmósfera 1900 Gt. Al ritmo actual de emisiones se añaden 40,3 Gt/año, significa que se alcanzarán las 2900 Gt en menos de 20 años. Los escenarios que surgen de un incremento de 2ºC son muy diversos pero todos ellos con efectos catastróficos para países del sur de Europa.
Aplicando un mínimo de racionalidad para la reducción de emisiones es previsible que más temprano que tarde haya Acuerdo. Reducir las emisiones de carbono es como una póliza de seguro para las generaciones futuras. Es como asegurar una casa contra el fuego.
Las personas se aseguran rutinariamente contra riesgos con probabilidades mucho menores de ocurrir que el cambio climático. Las posibilidades de que la casa de alguien se queme o se inunde son cercanas a cero; sin embargo, la mayoría de las personas están dispuestas a pagar para asegurar sus hogares contra estos riesgos. Debemos pensar en la política climática como una póliza de seguro. Comparado con la catástrofe climática, todos los demás resultados son irrelevantes. Y la certeza sobre los impactos del cambio climático solo se puede lograr cuando sea demasiado tarde.
Si tratamos la reducción de emisiones como un seguro para el planeta y para las generaciones futuras, el gasto para minimizar los riesgos de impactos catastróficos tiene perfecto sentido. La “prima de seguro” en este caso es el costo de disminuir las emisiones de carbono y que supone un gasto entre el 1 al 4% del PIB global. Reducir los niveles de carbono en la atmósfera tiene mucho sentido desde el punto de vista del seguro. En realidad, es menos de lo que el mundo paga actualmente para asegurarse contra catástrofes
Asumiendo que imperará la racionalidad económica y se optará por el "seguro" de reducción de emisiones para estabilizar el clima, en lugar de asumir costes superiores al 5% del PIB cada año. Nuestro papel como investigadores, empresarios, responsables políticos a nivel regional y local, en especial los vinculados al sector agrario, debería focalizarse en dos acciones: Incrementar la resiliencia y potenciar el uso de CO2 como insumo.
Incrementar la resiliencia de los sistemas productivos ...
La resiliencia de los sistemas agrarios, ecosistemas que los sustentan y sistemas económicos que los impulsan, será imprescindible para hacer frente a la desestabilización climática de los próximos años. El incremento de la resiliencia en el sector agrario debe afrontar los múltiples desafíos impuestos por el cambio climático según los informes del IPCC, la FAO y la OMS, entre otros. Estos retos se resumen en aumentar un 70% la producción de alimentos para el 2050, en la misma superficie cultivable, con menos recursos hídricos y menos combustible.
A través de la formación en asociaciones de productores agropecuarios, la constitución de redes de conocimiento y el desarrollo de modelos de extensión y de la inteligencia colectiva se deberá minimizar el riesgo sistémico de la economía en el sector. La estrategia botton-up top-dowm para la resiliencia, deberá formar tanto tomadores de decisiones como productores primarios en los impactos, adaptación y vulnerabilidad para conocer la relación entre factores del cambio climático y producción. Esto generará conocimiento fundamental y formará profesionales que impulsen la capacidad productiva local para afrontar los nuevos desafíos. Además, un programa enfocado a incrementar la resiliencia sentará las bases para la gestión del patrimonio natural, impulsar una economía con recursos endógenos, prever y modelar respuestas frente al cambio climático. Otro elemento de resiliencia consistirá en reducir el impacto de ciertos sistemas productivos que conllevan grandes costes ambientales, como contaminación por purines, ahorro hídrico y sustitución /minimización del uso de pesticidas y fertilizantes.
Captura directa de CO2 para usos con valor de mercado …
Actualmente, garantizar la seguridad energética, el desarrollo económico y la prevención del calentamiento global son objetivos en conflicto en una economía de combustibles fósiles. A largo plazo, el desarrollo sostenible requiere un cambio hacia fuentes de energía renovables. A corto plazo, se necesita una acción rápida y diferentes estrategias para iniciar el proceso de descarbonización de la economía, con tecnologías de carbono negativo, para producir electricidad mientras se reduce la concentración de carbono en la atmósfera. Al tiempo que proporciona energía, el proceso hace que las plantas de energía fósil se conviertan en sumideros netos de carbono. Es necesario emprender la transición global de una economía de combustibles fósiles a una economía basada en energías renovables.
Pocas acciones como la que proponen Las nuevas tecnologías de carbono negativo permiten vislumbrar un futuro con esperanza para revertir el calentamiento global, de modo que haciendo uso del mercado, podremos contribuir a resolver un problema que éste creó.
Existen tecnologías que han iniciado la fase comercial (TRL9) con capacidad de capturar dióxido de carbono de forma directa del aire para convertir un pasivo global en activos para destinarlos a una plétora de usos con valor de mercado al hacerlo de forma económica, lo que permite su utilización rentable en múltiples propósitos, reduciendo las emisiones nocivas y ayudando a cerrar el ciclo global del carbono. Esta tecnología hace posible un proyecto regional para contribuir a la lucha contra el cambio climático que a la vez impulsa el desarrollo endógeno. La tecnología de captura hace posible nuevos mercados de uso de CO2, biocombustibles sintéticos o de algas, fertilización carbónica en invernaderos, fertirrigación con CO2; atmósfera modificada en embalaje de carnes, frutas y hortalizas, gases industriales; y otros usos emergentes gracias a las tecnologías disruptivas. Debemos potenciar el uso de CO2 en los mercados actuales y desarrollar otros nuevos a través de la generación de conocimiento para llegar a tiempo a la estabilización del clima global.
Ing. Agr. Fernando Mestre Sanchís PhD.
ASPIRA-CO2
fmestre1@gmail.com
Todavía es posible estabilizar el clima …
A pesar de la abrumadora cantidad de evidencias científicas acumuladas en las últimas décadas que advierten de la gravedad del aumento de gases de efecto invernadero y de las previsibles consecuencias derivadas del cambio climático, sólo en los últimos años se ha conseguido vencer las inercias de algunos investigadores y grupos de presión que negaban no solo las evidencias sino también que estos cambios fueran causados por la acción humana. Así, se ha dilatado demasiado la toma de decisiones y actualmente la ventana de oportunidad para evitar que el cambio climático sea catastrófico se está cerrando, por lo que en pocos años se deben implementar medidas no solo para incrementar la resiliencia a distintos niveles, sino que además se debe eliminar el CO2 que ya está en la atmósfera.
Según el IPCC 2014, del presupuesto total de 2900 Gt de CO2 que equivalen a un incremento de 2ºC respecto a la época preindustrial, ya se han acumulado en en la atmósfera 1900 Gt. Al ritmo actual de emisiones se añaden 40,3 Gt/año, significa que se alcanzarán las 2900 Gt en menos de 20 años. Los escenarios que surgen de un incremento de 2ºC son muy diversos pero todos ellos con efectos catastróficos para países del sur de Europa.
Aplicando un mínimo de racionalidad para la reducción de emisiones es previsible que más temprano que tarde haya Acuerdo. Reducir las emisiones de carbono es como una póliza de seguro para las generaciones futuras. Es como asegurar una casa contra el fuego.
Las personas se aseguran rutinariamente contra riesgos con probabilidades mucho menores de ocurrir que el cambio climático. Las posibilidades de que la casa de alguien se queme o se inunde son cercanas a cero; sin embargo, la mayoría de las personas están dispuestas a pagar para asegurar sus hogares contra estos riesgos. Debemos pensar en la política climática como una póliza de seguro. Comparado con la catástrofe climática, todos los demás resultados son irrelevantes. Y la certeza sobre los impactos del cambio climático solo se puede lograr cuando sea demasiado tarde.
Si tratamos la reducción de emisiones como un seguro para el planeta y para las generaciones futuras, el gasto para minimizar los riesgos de impactos catastróficos tiene perfecto sentido. La “prima de seguro” en este caso es el costo de disminuir las emisiones de carbono y que supone un gasto entre el 1 al 4% del PIB global. Reducir los niveles de carbono en la atmósfera tiene mucho sentido desde el punto de vista del seguro. En realidad, es menos de lo que el mundo paga actualmente para asegurarse contra catástrofes
Asumiendo que imperará la racionalidad económica y se optará por el "seguro" de reducción de emisiones para estabilizar el clima, en lugar de asumir costes superiores al 5% del PIB cada año. Nuestro papel como investigadores, empresarios, responsables políticos a nivel regional y local, en especial los vinculados al sector agrario, debería focalizarse en dos acciones: Incrementar la resiliencia y potenciar el uso de CO2 como insumo.
Incrementar la resiliencia de los sistemas productivos ...
La resiliencia de los sistemas agrarios, ecosistemas que los sustentan y sistemas económicos que los impulsan, será imprescindible para hacer frente a la desestabilización climática de los próximos años. El incremento de la resiliencia en el sector agrario debe afrontar los múltiples desafíos impuestos por el cambio climático según los informes del IPCC, la FAO y la OMS, entre otros. Estos retos se resumen en aumentar un 70% la producción de alimentos para el 2050, en la misma superficie cultivable, con menos recursos hídricos y menos combustible.
A través de la formación en asociaciones de productores agropecuarios, la constitución de redes de conocimiento y el desarrollo de modelos de extensión y de la inteligencia colectiva se deberá minimizar el riesgo sistémico de la economía en el sector. La estrategia botton-up top-dowm para la resiliencia, deberá formar tanto tomadores de decisiones como productores primarios en los impactos, adaptación y vulnerabilidad para conocer la relación entre factores del cambio climático y producción. Esto generará conocimiento fundamental y formará profesionales que impulsen la capacidad productiva local para afrontar los nuevos desafíos. Además, un programa enfocado a incrementar la resiliencia sentará las bases para la gestión del patrimonio natural, impulsar una economía con recursos endógenos, prever y modelar respuestas frente al cambio climático. Otro elemento de resiliencia consistirá en reducir el impacto de ciertos sistemas productivos que conllevan grandes costes ambientales, como contaminación por purines, ahorro hídrico y sustitución /minimización del uso de pesticidas y fertilizantes.
Captura directa de CO2 para usos con valor de mercado …
Actualmente, garantizar la seguridad energética, el desarrollo económico y la prevención del calentamiento global son objetivos en conflicto en una economía de combustibles fósiles. A largo plazo, el desarrollo sostenible requiere un cambio hacia fuentes de energía renovables. A corto plazo, se necesita una acción rápida y diferentes estrategias para iniciar el proceso de descarbonización de la economía, con tecnologías de carbono negativo, para producir electricidad mientras se reduce la concentración de carbono en la atmósfera. Al tiempo que proporciona energía, el proceso hace que las plantas de energía fósil se conviertan en sumideros netos de carbono. Es necesario emprender la transición global de una economía de combustibles fósiles a una economía basada en energías renovables.
Pocas acciones como la que proponen Las nuevas tecnologías de carbono negativo permiten vislumbrar un futuro con esperanza para revertir el calentamiento global, de modo que haciendo uso del mercado, podremos contribuir a resolver un problema que éste creó.
Existen tecnologías que han iniciado la fase comercial (TRL9) con capacidad de capturar dióxido de carbono de forma directa del aire para convertir un pasivo global en activos para destinarlos a una plétora de usos con valor de mercado al hacerlo de forma económica, lo que permite su utilización rentable en múltiples propósitos, reduciendo las emisiones nocivas y ayudando a cerrar el ciclo global del carbono. Esta tecnología hace posible un proyecto regional para contribuir a la lucha contra el cambio climático que a la vez impulsa el desarrollo endógeno. La tecnología de captura hace posible nuevos mercados de uso de CO2, biocombustibles sintéticos o de algas, fertilización carbónica en invernaderos, fertirrigación con CO2; atmósfera modificada en embalaje de carnes, frutas y hortalizas, gases industriales; y otros usos emergentes gracias a las tecnologías disruptivas. Debemos potenciar el uso de CO2 en los mercados actuales y desarrollar otros nuevos a través de la generación de conocimiento para llegar a tiempo a la estabilización del clima global.